sábado, 5 de febrero de 2011

Mujeres


No puedo negar mi debilidad por las mujeres, quien me conoce sabe bien que no me resisto a su talento, inteligencia, belleza, gracia y elegancia. Las veo, las leo, las escucho, las disfruto cada vez que puedo y siempre me quedo con el gustito en la boca de querer más y más de ellas. Cada libro, cada película, cada canción siempre es diferente si existe ese toque femenino, ese je ne sais pas quoi que le dan ellas, como dije alguna vez, no podría imaginar un mundo sin ellas y si alguna vez existiese uno, sería uno menos complicado si, pero muy, muy aburrido.

En esta oportunidad les dejo un pequeño detalle de las cinco mujeres que me han ayudado, sin saberlo ellas, a mirar este mundo diferente, a reír, a bailar, a llorar y a gozar como un loco cada vez que las he escuchado cantar.



Rita Lee

Meu bem você me dá água na boca fue sólo escuchar esa frase para quedarme pegado a escuchar la canción entera y ponerla una y otra vez hasta cansarme. La canción se llamaba Mania de você y la cantante Rita Lee. Y como dirían fue amor a primera vista. Desde entonces siempre trato de conseguir todo lo que puedo de ella. Desde Os Mutantes (grupo formado por ella y los hermanos Baptista, que tiene fervientes admiradores de la talla de David Byrne, Beck e incluso del finado Kurt Cobain) con canciones como Ando meio desligado y Jardim elétrico, que te aseguran un viaje lisérgico particular, hasta el tributo a los Beatles que hizo con su album Bossa n Beatles (la version de If I fell me pone la piel de gallina) pasando por sus ya conocidos hits como Baila Conmigo o Lança perfume. Esta canción Flagra es del disco que hizo con su pareja Roberto de Carvalho en el 82 pero la versión es del acústico que grabó en el 98.





Chavela Vargas

Recuerdo mucho como me impactó un disco de Pedro Infante, con canciones de José Alfredo Jiménez, que mi papá solía tocar muy a menudo en casa. Muchos de los temas eran de desamor y despecho y a pesar de ser muy chico para poder entender de que se trataba todo eso, había algo en esas melodías y letras que me cautivaron. Por mucho tiempo en mi cabeza la asociación J. A. Jimenez y P. Infante era indisoluble y absoluta, hasta que escuché cantar a Chavela Vargas. José Alfredo en boca de Chavela jamás sonó mejor, ella le da un toque más humano, más cercano a lo que quizás José Alfredo quiso transmitir (ambos en sus años de bohemia cerraron más de un bar y lloraron juntos lágrimas de amor). Tuve la suerte de asistir a uno de los recitales de Chavela y créanme es una experiencia de otro mundo. Sus interpretaciones son más que extraordinarias, pocas como ella realmente sienten lo que estan cantando. No puedo negar que he derramado más de una lágrima escuchándola y aún hoy en día sus canciones me siguen parenciendo un pequeño descubrimiento. Esta en particular es una de mis favoritas De un mundo raro.



Edith Piaf

De chico cuando soñaba conocer París y mientras leía a mis escritores favoritos, las canciones de Edith Piaf sonaban y sonaban sin parar como una especie de banda sonora. Me paseaba por sus calles, cafés, museos, plazas escuchando esa voz particular como si un gorrion me susurrase al oido. Cuando empecé a aprender frances fueron sus canciones las primeras que traduje y aprendí de memoria, esa idolatría por la Piaf fue algo que siempre llevé conmigo y que rara vez confesaba, incluso con mi propia familia. Quizas se deba a que sus canciones me transportan a un lugar nostalgico, meláncolico, donde para evitar la vulnerabilidad prefiero estar solo.

La cancion L'hymne a l'amour es literalmente eso un himno a ese amor incondicional, a ese amor que solo se puede tener una vez en la vida, porque más seria un exceso. Escrita por Piaf misma, esta dedicada a Marcel Cerdan, un boxeador frances muerto en un accidente aereo con el cual tuvo un conocido romance. Aún me hace derramar algunas lágrimas aquella estrofa que dice

Nous aurons pour nous l'éternité      
Dans le bleu de toute l'immensité                                            
Dans le ciel plus de problèmes                                                
Mon amour crois-tu qu'on s'aime                                    
Dieu réunit ceux qui s'aiment                                          


Tendremos sólo para nosotros la eternidad
 en la inmensidad del cielo azul 
en el cielo no hay más problemas
créeme mi amor que si nos amamos
Dios reúne a los que se aman




Maria Callas

Una de mis arias favoritas es“La Habanera”(o tambien conocida como“L'amour est un oiseau rebelle”) que es parte de la ópera Carmen de Georges Bizet y la primera vez que la escuché fue en voz de Maria Callas. No recuerdo haber escuchado antes alguna ópera en mi vida, pero aquella interpretación me dejó hipnotizado. Mi interés por la opera empezó exactamente ahi. Y desde ese mismo momento empecé a buscar y coleccionar discos, cassettes, CD, DVD y todo lo que pueda de ópera. Incluso estaba abonado para ver la temporada de opera en Lima y luego en Montreal. La vida de Maria Callas al igual que muchas de mis adoradas cantantes fue muy turbilenta y adornada de pasajes muy tristes. Mi mamá solía contarme cosas que salían en las revistas de aquella época, Callas murió cuando yo apenas tenía un año de edad. Este aria Un bel di vedremo es de la ópera Madame Butterfly de Puccini, simplemente escúchenla, no hay mejor que esto.




Billie Holiday

De niño me gustaba jugar a que comandaba naves espaciales y recuerdo que mi sitio favorito era sentarme frente a la vieja radio de mi casa que tenía una gran pantalla de color verde con muchas manijas y botones que movia frenéticamente como si estuviese frente al control maestro de la nave. Un día de tanto mover el dial que sintonizaba las estaciones de radio (siempre que jugaba tenía la radio encendida, le daba buenos efectos de sonido a mi lucha intergalactica) éste se atracó en una de las esquinas y no lo podía mover. No recuerdo muy bien la emisora pero si muy bien la musica, suena como la musica de las pelis antiguas pensé, y de ahi el locutor dijo, sigamos con más jazz en.... en ese instante algo de esa música me apartó de mis juegos infantiles y me quedé escuchándola por un buen rato. Muchos años después, mi interés por el jazz fue creciendo y poco a poco empecé a tener mis músicos favoritos, uno de ellos era Lester Young, un saxofonista increible, un día hurgando entre viejos discos de jazz descubrí uno que decía Lady Day & Pres (Billie Holiday y Lester Young) había escuchado hablar de ella y una que otra canción pero nunca le había prestado atención. De las mujeres de jazz Ella Fitzgerald era y para muchos será la número uno y yo hasta enctonces creía lo mismo. La primera canción que escuché de ese album fue Mean to me y en ese moemento todo cambió. Al igual que Edith Piaf sentía que cantaba su dolor y luego al investigar sobre su vida me di cuenta que había mucho más que eso. My sweet Billie pasó a ser una de mis favoritas, cada vez que me siento blue busco alguno de sus discos y los escucho, me da esa sensación de desesperación y alivio. Este fue el tema que escuché, a mi esposa no le hace mucha gracia cuando se la canto al oído y no la culpo, sólo le digo, asi dice la canción mi amor, no es mi culpa.

You're mean to me
why must you be mean to me? 
Gee, honey, it seems to me 
You love to see me cryin' 


Eres mala conmigo
¿por qué tienes que ser mala conmigo?
 cariño, me da la impresión
 que te gusta verme llorar



lunes, 31 de enero de 2011

De bares y fondas


Estoy en el rincón de una cantina,
Oyendo una canción que yo pedí

Tu recuerdo y yo
José Alfredo Jiménez


Una de las primeras cosas que hice desde que llegué a vivir aquí a Florida, fue buscar un buen bar irlandés. Aquellos bares son mis favoritos y por dos cosas básicamente, la primera porque ahí sirven la única cerveza que tomo desde hace ya un buen tiempo: Guinness (mi afición por esta cerveza ya será contada a mayor detalle en otro post) y segundo porque el ambiente en general es mucho más informal y no tan pretencioso como en los bares y discotecas de moda. En todas las ciudades que viví siempre he sido un asiduo habitué de dichos lugares, siempre que algún amigo o familiar vino a visitarme los he llevado ahí. En la ciudad de Québec los mejores son el Pub Saint Alexander y Saint Patrick ambos en la calle St. Jean en el Viejo Québec; en Montreal ambos locales de McKibbins el de The Main (La avenida St. Laurent) y el de la calle Bishop, Hurley's en la calle Crescent y Ye Olde Orchard, situado en Prince Arthur entre Clark y St. Laurent, al cual he llamado siempre mi segundo hogar. 




Aquí en Florida, uno de los primeros que encontré fue el Playwright Irish Pub ubicado en Hallandale Beach. Es un bar muy grande, con varios ambientes, un lugar para fiestas privadas, un escenario donde tocan bandas en vivo, un par de mesas de billar, un tablero de dardos, una terraza bastante grande y dos barras: una interior, que es donde suelo sentarme siempre que voy y otra que esta cerca de la terraza que atiende tanto dentro del bar como a la terraza. Hay muchos televisores colocados en casi todas las esquinas donde siempre están pasando partidos de lo que sea, futbol, basket, beisbol, etc. Inclusive cuando hay eventos deportivos importantes colocan una pantalla gigante, que créanme es una de las mas grandes que haya visto, dentro de un bar claro.

Un dia después de sentarnos en la barra y ordenar nuestros tragos, yo siempre con una pinta de guinness y mi esposa con un baileys con hielo, preguntamos a la mesera hace cuanto tiempo tenía de inaugurado el local, nos dijo que no hacía mucho, casi un año, luego de comentarle sobre cuanto me gustaba el decorado dijo algo que me dejo boquiabierto.

Muchas de las piezas que ves aquí fueron traídas directamente desde Irlanda, de la ciudad de Kilkenny para ser mas precisa, una iglesia iba a ser demolida y los dueños de este bar que ya pensaban abrir un par más de locales aquí en Estados Unidos tuvieron la idea de comprar todo lo que pudieron de la iglesia, esa silla donde estas sentado era parte del altar mayor, las vigas, las ventanas tipo catedral, incluso el escenario donde esta el DJ y las bandas tocan en vivo fue el altar de dicha iglesia



 

Después de escucharla inmediatamente me levanté de mi sitio a ver el lugar con más detalle, era cierto, todo tenía un aire muy clerical, recordé las palabras de mi mamá que decía: cada vez que te sientas solo hijito, anda a la iglesia a rezar, te sentirás mejor, es ahí donde esta el Señor y esa también es tu casa. Debo admitir que lo he hecho en más de una ocasión y de alguna manera siempre me sentí un poco mejor. Cada vez que visito una ciudad nueva trato de entrar a una iglesia, quizás subconscientemente estoy buscando casa, pero en esta ocasión me sentía doblemente en casa, estaba en un bar irlandés que además tenia parafernalia de una antigua iglesia.

Mi esposa y yo siempre nos escapamos una que otra vez a comer y tomar algo a ese bar, pasamos el año nuevo allí, el estacionamiento no es un problema y además ya que esta ubicado dentro de una suerte de Village, artificialmente construído claro está, hay otros restaurantes, tiendas, cafés e incluso un casino y un hipódromo. Es un buen lugar para pasar la tarde dando vueltas.
 
El otro bar irlandés que nos gusta es el Kelly’s Pub. Esta ubicado en la ciudad de Hollywood, en la calle Harrison y la 19 av. a media cuadra de la famosa Hollywood Boulevard, en el mismo centro de dicha ciudad. Este bar es un verdadero bar en todo el sentido de la palabra. Es pequeño, hay solo una barra que esta a lo largo de todo el bar, muy pocas mesas, no sirven comida, ademas es uno de los pocos locales donde aún se puede fumar, la gente no se preocupa de como ir vestida, muchos de ellos llevan a sus perros, un día mientras comía unas papitas de bolsa uno de los perritos que estaba durmiendo encima de la barra se levantó y se acercó, le puse un poquito en la boca, me lamió la mano luego me lamió la cara y regresó a echarse de nuevo en la barra cerca de su dueño. El lugar tiene un aire tétrico, siempre esta muy oscuro, la música es muy buena, solo rock clasico, los mozos siempre recuerdan tu nombre, los baños son bastante peculiares y la gente que va es muy particular, lo único que faltaría sería aserrín en el piso y ya sería uno de esos bares de antaño del centro de Lima. La pinta de guinness es una de las mas baratas que he encontrado por aquí, menos de 5 dólares por una pinta de 16 onzas (casi medio litro) normalmente están arriba de los 6 dólares. A mi esposa y a mi nos gusta mucho ese bar, pero hubo algo que ocurrió un día que hizo que le agarremos un particular cariño y miedo a ese bar. 
 

Fue un viernes por la noche que mientras nos tomábamos unos tragos y veíamos un partido de basket de los Miami Heat, que el chico que estaba a mi costado me empezó a hablar. No recuerdo exactamente que dijo, pero seguramente era un comentario sobre alguna jugada del partido, todos esa noche estaban reprochándole hasta lo inimaginable a Lebron James. Después de cruzar alguno que otro comentario superfluo me preguntó de donde era. Respondí que de Perú pero que viví en Montreal unos años y que recién tenia poco tiempo mudado aquí.
- ¿Y para qué viniste? –preguntó.
- Acabo de casarme y que sé yo, ya no aguantaba el frío (particularmente no me gusta dar detalles de mi vida a gente que no conozco).
- Ja, ja, sé lo que es eso, yo soy de Massachusetts, justo hoy en la mañana mi mamá me envío una foto, ya tienen nieve encima, espera que la busco.
Sacó su celular, un modelo muy antiguo y tenía dificultad para encontrar la foto, pareciera que recien empezaba a usarlo.
- Mira aquí esta –había un perro, un pastor aleman, en medio de lo que parecía ser un parque y todo esta repleto de nieve–. Es Ramón, mi perro, mi mamá lo esta cuidando por mí.
- En Montreal también ya esta nevando, mis amigos dicen que esta haciendo mucho frio y eso que aún no ha empezado el invierno –dije y le di un sorbo a mi pinta.
- Aquí nosotros no nos podemos quejar - dijo y me codeó el brazo mientras guiñaba un ojo.
-  ¿Y ya estas trabajando?
- No... no consigo nada.
- Estamos igual, es una cagada, este país esta cagado –dijo mientras se acababa su pinta y se pedía otra, tomaba la cerveza mas barata que había, el vaso le costaba sólo 1.75 dólares.
-  Cuando vine aca me dijeron que éste era el pais de las oportunidades pero ésto se está cayendo a pedazos -dije.
- Lo sé –dijo y puso su mano en mi hombro– aca incluso para nosotros, los que nacimos aquí, es cagado, ahora para ti, debe ser mucho peor, dejame decirte algo, yo soy irlandés, tú sabes, toda mi familia lo es, y aca todos nos tratan como basura, cuando mi abuela vino el único trabajo que podía conseguir era lo que nadie quería hacer, mis amigos, nunca tuvimos futuro, sólo nos quedaba hacer una cosa –dijo y se tomó casi la mitad de su vaso.
- ¿Chupar como locos? -dije.
Echó una carcajada muy fuerte y me golpeaba el hombro y la cerveza se le venía por la nariz y golpeaba la mesa mientras se reía más.
- Mickey, no molestes a los clientes -dijo el barman y me preguntó si quería otra cerveza.
- ¿Cúal es tu problema Gerry? Es mi amigo de Montreal -y puso su brazo sobre mi hombro, otra vez más. Los que me conocen saben que no me gusta que la gente me toque, pero habia algo en este tipo (que decía ser irlandés, pero todos en Boston dicen ser irlandeses) que me daba cierto temor a reprocharle algo.
- Muy buena, chupar como locos –dijo y siguió riéndose–. Asi es mi amigo ir a la iglesia, coger y chupar como locos, eso es lo que hacemos los irlandeses, ja ja ja.
Encendió otro cigarrillo y se quedo callado por un momento mirando el vacío. Luego dijo.
- Me jode estar lejos de casa sabes, tener que venir aca porque allá tú sabes, no hay nada, extraño a mi perro, ese hijo de puta ha soportado tanto como yo. Mi mamá siempre lo cuidaba cada vez que me encerraban, tu sabes, a veces uno tiene que hacer lo que tiene que hacer para defenderse, para demostrar que es hombre, pero me jode que sea uno quien paga la cuenta cuando los de arriba, los que dan las órdenes, viven tranquilos –siguió mirando el vacío y jugaba con el cigarrillo en su mano-. Sabes lo único estable en mi vida ha sido mi perro, good old Ramón, él siempre me esperaba, me cuidaba, joder, cuando uno esta solo a veces lo único que te queda es tu perro –seguía bebiendo y pidiendo más cerveza. Cuando pagaba contaba las monedas con detalle, encendía más cigarrillos mientras su monólogo continuaba, en el fondo sonaban The Pogues una de mis canciones favoritas: Dirty Old Town, mi esposa conversaba con la señora que estaba a su lado, ella tenía un perrito en brazos y seguramente hablaban de mascotas, volteo a verlo y seguía hablando-. Por eso estoy aca, no puedo ver a mis amigos, no puedo ver a mi perro man!, que carajo estará haciendo ese hijo de puta, cogea de una pierna, un carro se lo llevó de encuentro, recuerdo que lo llevé en mis brazos al doctor, pense que se moría y después no tenía plata para pagar la cuenta –se terminó otro vaso y noté que ya no le quedaban suficentes monedas–.
- Me dijiste que eras de Massachusetts, de donde exactamente ¿de Boston?
Sonrió y me dió una pequeña palmadita en la mejilla. 
- De por ahí compare, de por ahí.
- ¿Southie? –pregunté-.
- ¡Carajo! ¿Conoces Southie? te revientan el culo ahí sabes, sobre todo a los de tu tipo.

Ambos nos reimos y luego ya no quise saber más, el barman me pregunto si quería otra cerveza, le dije que no y miré a mi esposa y le hice el gesto de “vámonos” le dije al barman que queria mi cuenta y me dió un papel. El tipo regreso del baño y vió que estaba pagando.
- Joder compare a donde te vas, la noche recién empieza - vió que tenía de la mano a mi esposa.
- ¿Viniste con ella? -me preguntó mientras le extendía la mano a ella para saludarla, mi esposa dudó en alcanzarcela, él le dió un beso en la mano.
- Mickey encantado, pero tío quédense un rato más –dijo–. Les invito la del estribo (one for the road, fue la frase original).
Titubée en responderle, le dije que no podíamos quedarnos más, que cuando mi esposa dice que nos vamos es una orden, el seguía insistiendo y el barman dijo: 
- Vamos Mickey, ya se quieren ir -probablemente miró nuestras caras de incomodidad.
- Carajo no te metas, nadie esta hablando contigo.
- Vamos Mickey es suficiente.
- Vete a la mierda.
-  Ey, vamos chicos tranquilos, Mickey my man! Nos tenemos que ir pero nos tomamos la del estribo, que te parece, it's on me. Gerry 4 tequilas por favor.


Mi esposa ya en el carro me dijo, ese tipo me dio mala espina, tú siempre haciendote amigos de gente rara. Si lo sé, senti lo mismo. Semanas después, en una de mis visitas regulares, sentado en la barra hablando con uno de los clientes del bar y al contarle mi historia, me dijo, ah mickey, creo que ese tipo esta metido en algo sucio, viene del norte, quizas mafia no sé, tiene acento de Boston, se que ha estado en la carcel varias veces, una de ellas por homicidio, seguramente esta aquí escondiendose de alguien. Muchos de ellos vienen a Florida por eso, hasta que se calmen las cosas, hace tiempo no lo veo, que será de la vida del crazy Mickey.
 
                                                      Kelly's Pub, Hollywood, Florida
                                                 Mis padres en el Ye Olde Orchard, Montreal
                                                       En el Ye Olde Orchard, Montreal.
                                                              En Hurley's, Montreal

                                                            En McKibbins, Montreal.
                                            Mi mesera favorita Louise en el McKibbins, Montreal.

domingo, 23 de enero de 2011

La Verdad de mis mentiras*

On joue les héros parce qu'on est lâche
et les saints parce qu'on est méchant;
on joue les assassins parce qu'on
meurt d'envie de tuer son prochain,
on joue parce qu'on est menteur de naissance

Jean-Paul Sartre


De todas las peores cosas que me pueden decir, la peor es que me digan mentiroso. No lo soporto. Desde niño, siempre lié con este tipo de problemas. Recuerdo la casa de mis abuelos, en uno de esos domingos familiares, sentado a la mesa, contándole a un tío mío un viaje que jamás hice. Y luego escuchándolo comentárselo a mis padres, que bien que lleven a los niños de viaje y mi padre diciendo, pero si este verano no hemos salido del Perú. Ese día el castigo fue muy duro. Pero si yo no mentí, solo le conté una historia, repetía mientras escuchaba a mi padre decirme que no volviera a dejarlo en ridículo. Yo jamás mentí, le decía a la psicóloga, que me miraba con sus ojos de yo lo sé todo. Desde esa vez, aprendí a quedarme callado. Las siguientes historias, debían de ser solamente para mí.

Por mi bronquitis aguda, pasaba casi todo el día en la casa bajo la atenta mirada de mi madre. Una madre muy sobre protectora, que jamás permitía que hiciese algo que me pudiera enfermar. Cada vez que jugaba fútbol en la calle, mi madre salía a buscarme y me metía a regañadientes a la casa. Sabes que no debes sudar, repetía, mientras yo imaginaba como jugar fútbol y no sudar. Con tristeza me cambiaba y veía lo que quedaba del partido a través de la ventana de mi cuarto.

Así pues, pasaba horas de horas, frente al televisor, jugando con mis muñecos de “Star Wars” o fisgoneando por la casa. Sin poder sudar ni siquiera una sola gota. Para mí el fútbol en la calle y los juegos en grupo, correr, saltar y embarrarse en el piso, pasaron a ser cosa de otro mundo.

Mi casa no era lo suficientemente grande como para perderme. Podía jugar en todos lados menos en el estudio de mi papá. Que alguna vez fue de mi abuelo. Porque allí hay cosas de tu papá y ya sabes como es él de ordenado y si te portas mal él puede... maniático, diría yo. Pero un día, me escabullí por ahí y ya cansado de todos los lugares fríos de mi casa, investigué el estudio de papá. No había cosas interesantes, a simple vista. Papeles, fólderes, documentos de trabajo. El cuarto estaba rodeado de estantes con libros. Hasta ese momento jamás me llamó mucho la atención leer. A duras penas terminaba los libros que me hizo leer mi madre cuando niño y eso, obligado y con amenaza incluida. Pero había algo de raro en esos libros. Se veían tan imponentes, tan majestuosos. Yo solía ver a mi abuelo dirigirse a su estudio todas las tardes, sentarse en su viejo sofá, encender su pipa y leer hasta entrada la noche. Así que motivado por la nostalgia y llamado por el aburrimiento y el querer experimentar algo nuevo; cogí la pipa de mi abuelo sin encenderla me la llevé a la boca, saqué un libro de pasta verde que escogí al azar y empecé a leer.

En una semana terminé de leer La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa y terminé por devorar todos y cada uno de los libros que había en los estantes. Experimenté el placer más grande que hasta ese momento había experimentado. Poder vivir a través de esos relatos miles de experiencias. Todo eso cambio mi manera de ver al mundo. Y diría yo, mi vida en general. Fue así que empecé a recuperar esas historias que tenía guardadas desde niño en la cabeza. Y escribir fue el complemento perfecto al de leer.

Desde ese momento no dejo de hacer las dos cosas por igual. Aunque si me preguntarán que no podría dejar de hacer, tendría que decir, naturalmente que escribir. Porque experimento una suerte de exorcismo, de liberación. Siento que hubiese algo dentro de mí que lucha por salir, por manifestarse, por ver la luz y que al tratar de reprimirlo sólo estoy negando mi propia existencia. Dicen que la acción tanto de leer, como de escribir, pertenece a los solitarios, a aquellos que aún no han encontrado su lugar en el mundo, y quizás sea cierto, aunque yo soy un solitario que adora estar con sus amigos, porque una de las razones por la que se escribe, además del simple placer de hacerlo, es por los amigos. El simple hecho que alguno de ellos lea algo que hayas escrito y que le guste vale todo el esfuerzo del mundo. Uno escribe para que lo quieran más y para sufrir menos.

Sobre como escribo, porque escribo, cuando lo hago, no existe un método determinado, un procedimiento definido. Simplemente se hace a la hora de los duendes. Es decir cuando ellos te vienen a buscar. Y te sientas con ellos y comienzas a planificar tu historia. No puedo negar que todos los días me siento a escribir pero no es necesariamente a crear. A veces es a corregir, que últimamente disfruto más y más. A veces a redactar cartas, a realizar bocetos, ideas sobre posibles historias. O simplemente a tontear, hacer cosas que realmente no valen la pena pero que me mantiene al menos frente a la computadora. Y es que hay que entender que así como un atleta que quiere ganar las olimpiadas necesita correr todos los días para estar en forma y marcar sus tiempos, un escritor debe de escribir siempre. Con una disciplina férrea, inviolable. Y si uno está convencido de lo que le gusta hacer, sin darse cuenta, lo hará todos los días de una manera enfermiza. Hay momentos donde he experimentado la escritura mental. Tener la historia en la cabeza y estar haciendo cosas menos importantes en la vida como trabajar en algo que no es necesariamente literatura. Tener la historia en la cabeza e irla armando durante todo el día. Mirando las cosas sin mirarlas, escuchando a tu jefe sin escucharlo, comer sin comer y contando las horas para regresar a tu casa sentarte frente a la maquina y vaciar todo lo acumulado durante el día, para luego pasar a corregirlo en la semana y tenerlo listo para dárselo a cualquier amigo dispuesto a leerlo.

Por eso ahora después de tantos años, que tengo que trabajar para mantenerme y de tener una pasión que jamás sabré de donde vino; me pongo a recordar la suerte que tenía yo de sufrir de los bronquios, de tener que pasar todo el día en casa, de leer en aquel estudio, que primero fue de mi abuelo, después de mi padre y ahora mío y en el cual me siento cada noche a leer, a escribir o corregir cosas, con la pipa en la boca, que hasta ahora no tengo la más mínima idea de como se fuma y no miento en esto, porque he llegado a entender que hacer literatura es una suerte de mentir, pero mentir en grande y hacer que la realidad parezca fantasía y la fantasía realidad y después de tanto tiempo me resigno, cual desahuciado frente a una enfermedad terminal, a aceptar mi destino fatal, de ser un mentiroso, literalmente hablando.


*N. En un taller de literatura en Lima, nos asignaron a escribir un ensayo acerca de porque escribimos, mi primer borrador era muy aburrido, pero era 100% cierto, se podían corroborar uno a uno todos los detalles. No contento con esa versión empecé a trabajarla y así como un buen chef busqué condimentos y saborizantes que hagan el plato mas exquisito al paladar, esta versión, la que acaban de leer, fue la última, muchas partes son ciertas, muchas no lo son, pero me hubieran gustado que lo fueran, a veces la realidad es aburrida, por eso existe la literatura.

domingo, 16 de enero de 2011

Marlon Brando, el Padrino y otras muertes

I just want to be normally insane
Marlon Brando

Cuando Norma y yo aún vivíamos en Lima y recién empezábamos a salir solíamos tener maratónicas conversaciones sobre muchas cosas, recuerdo una en especial donde mencioné que una de mis películas favoritas era El Padrino (The Godfather, 1972) y ella me confesó que jamás la había visto. Mi cara de incredulidad la desconcertó y luego de asegurarme que no era mentira, organicé, al día siguiente de nuestra conversación, un movie night en mi casa. Estaba muy ansioso por ver la película con ella, tenía todo preparado la gaseosa, pizza y bocaditos en la mesa de centro, estaba seguro que la noche iba a ser perfecta. Yo siempre suelo ser muy maniático con las cosas que me gustan y hasta a veces me olvido del mundo cuando hago algo que disfruto mucho. Creo que llevábamos casi media hora de película cuando volteo a verla para hacer hincapié sobre una escena cuando veo que ella recostada sobre mi hombre ya estaba dormida. Inmediatamente tuve dos reacciones. Una era gritarle a voz en pecho como podía haberse dormido viendo tremenda película inclusive sabiendo que era una de mis favoritas, pero después de unos minutos de verla dormida sobre mi hombro me produjo tal ternura que simplemente la dejé dormir y yo terminé de ver la película solo. Incluso ahora después de años de estar juntos, le recrimino tal hecho de dormirse frente a una obra maestra, para mí sería como en una actuación de Marcel Marceau gritar: por favor señor podría subir la voz, no puedo escucharlo. Ella siempre repite que después de ver la escena donde le cortaban la cabeza al caballito supo que era suficiente.

Hace algunos días revisaba mi cuaderno de apuntes, una especie de diario o bitácora donde anoto ciertas cosas que me llaman la atención, y encontré uno donde escribía precisamente sobre esta película. Fue escrito en julio del 2004 cuando aún vivía en la ciudad de Québec. 

Marlon Brando como Vito Corleone (The Godfather, 1972)

Québec, domingo 11 de julio del 2004

Ayer por la noche me quedé viendo El Padrino (una de mis películas favoritas) hasta casi las 3 de la mañana. No recuerdo exactamente cuantas veces la he visto, pero puedo asegurar que más de 50 veces. Aunque esta vez era más emotiva, por varias razones: Una de ellas era que la veía acá en Québec por primera vez, solo en plena madrugada, con un vaso de agua y muchas palomitas de maíz, que la vi en francés (cosa no recomendable, la traducción es horrorosa y nadie más que el propio Brando para entonar como Don Vito Corleone) y por último que el gran Marlon Brando acaba de dejarnos el primero de julio pasado, a vivir eternamente en el cielo de su isla en Tahití, a reunirse con su hija Cheyenne que fue su adoración y que se suicidó en el 95 a raíz de no poder soportar la muerte de su amante en manos de su propio hermano Christian, las razones del asesinato aún no están esclarecidas. Dentro de todo Brando marcó una pauta en lo que se refiere a actuación e influyó fuertemente a toda una generación. Verlo en películas como Un tranvía llamado deseo (A Streetcar Named Desire, 1951), Apocalipsis Ahora (Apocalypse Now, 1979), El ultimo tango en Paris (Last Tango in Paris, 1972)  incluso en Superman (por lo que cobró 4 millones de dólares por 10 minutos de actuación) y en El Padrino hacen que uno se quede con la boca abierta con tales magistrales actuaciones. No puedo olvidar dos escenas en particular, el monólogo de Apocalipsis Ahora y cuando ve a su hijo muerto en El Padrino. Elevo una oración por el gran Marlon Brando que murió a los 80 años en la total indigencia, abandonado, solo, extremadamente gordo, viviendo del seguro social, encerrado en su casa de Mulholland Drive, recordado por sus tres ex esposas y sus nueve hijos, su isla que perdió por falta de dinero, su vida desordenada, extraña, indescriptiblemente misteriosa, pero con grandes actuaciones, quizás fue mejor persona en la pantalla que fuera de ella, pero no lo critico, quien soy yo para hacerlo, solo rindo un tributo a quien hizo que viera con otros ojos la actuación y las películas, gracias maestro.

Hoy como cada domingo fui a la iglesia a escuchar misa, claro esta con unas ojeras increíbles, con cara de pecador cinéfilo, pensando mucho en la muerte y envuelto en el aire metafísico de Brando (mandando a matar gente para arreglar los negocios de la familia o seduciendo a una francesa mientras el tango suena a los lejos o en plena guerra dilucidar pensamientos lúgubres) Me senté en la última fila, y lo mismo de siempre, mucha gente mayor, de mas de 60 años, por ahí una abuelita con su nieta de 5 años, una chica vestida como novicia con un rosario entre las manos y un chico que padecía de síndrome de down sentado junto a sus padres. El evangelio fue del buen samaritano. La homilía era imposible de entender. Un acento quebeco muy marcado y un sacerdote muy anciano para hablar. El calor era insoportable y no había aire acondicionado. Mientras me secaba el sudor de la frente con el pañuelo pensaba en esa imagen del buen samaritano. Inmediatamente se me vino a la mente la historia que me contó mi abuelo hace mucho tiempo. Mi abuelo Don Máximo Rojas (que por cierto era lo máximo) era pobre. Hijo de madre soltera con pocos recursos, desde joven tuvo que trabajar para poder mantenerse él y su madre. Por cosas del destino conoció a Don Víctor Baldeón que venía de una familia acomodada y se hicieron amigos. Años después mi abuelo conoce a la que sería mi abuela que resultaría ser una de las hermanas de Don Víctor. Los años pasaron, mi abuelo, a pesar de las negativas de la familia de mi abuela por no casarse con alguien de su altura, se casó con mi abuela, se compró una casa cerca de donde vivía Don Víctor y pasaron a ser cuñados, vecinos y mejores amigos.

 Parroquia Ste. Marguerite Bourgeoys, Limoilou, Quebec.

Una mañana cuando mi abuelo ya vivía en Lima, ellos vivían en Tarma en pequeño pueblo de pocos habitantes en el departamento de Junín en la sierra, y tenía ya más de 80 años, le llegó una noticia de Tarma. Don Víctor Baldeón había fallecido. Cuando uno llega a mi edad, me decía mi abuelo, uno se muere en cualquier momento, ¿porque dices eso abuelito? Tu nunca te vas a morir, te vas a quedar con nosotros siempre, ay hijito, uno se muere, yo ya para que quiero vivir, tu abuelita ya hace tiempo que se fue y no tengo ya lagrimas para llorarla, no me sale nada, estoy cansado, ando de aquí para allá, sin casa, sin nada, estoy viejo, no puedo hacer nada por mi cuenta, dependo de ustedes, ay abuelito, no piense eso, acaso se siente mal de estar con nosotros, esta es su casa, siempre lo va a ser, no quiero terminar como tu tío Víctor, ¿tú sabes como murió? Sí abuelito y por favor no se acuerde que se pone... ya ve abuelito no llore, por favor…

…Don Víctor iba caminando por la calle como todas las mañanas a las 7 de la mañana regresando de misa yendo a la panadería a comprar pan para el desayuno. En la puerta de la panadería empezó a sentir dolores en el pecho y perdió un poco el equilibrio, creyó llegar a la panadería pero el dolor fue intenso y se desplomó en la vereda. La gente que pasaba por ahí lo veía echado sobre el piso, pensaban que era uno de esos borrachos que no llegan a su casa desde el día anterior, lo miraban y pasaban de lado, nadie se molestó en ayudarlo, su traje sucio y el sombrero en el piso, una persona que pensó reconocerlo se acercó, lo levantó y lo llevó al hospital, llegó muerto, había sufrido un ataque al corazón y murió al poco tiempo. Estuvo tirado en el piso mas de una hora...

Ya abuelito no llore, eso ya pasó, el tío Víctor esta en el cielo, con mi abuelita, se están tomando un anisadito y escuchando a la Lira Tarmeña, ya ve abuelito, eso, me gusta verlo sonreír, cuando uno esta viejo, la muerte te coge donde menos lo esperas... Mi abuelo murió rodeado de sus hijos y nietos hace casi dos años, murió tranquilamente, echado sobre su cama, respirando forzadamente por el frío atroz de ese húmedo invierno limeño.

La homilía ya acabo, muchos ancianos, van a comulgar, caminan lentamente, pausados, con una cadencia tal que me enternece y desespera. Me pregunto en que momento nos espera la muerte. Veo en el periódico de hoy los obituarios, mucha gente mayor, muy querida según lo que dicen, la mitad de la población de la ciudad de Québec es mayor de 60 años, es una ciudad de viejos, es una ciudad donde la muerte siempre ronda, en busca de su próximo invitado al banquete eterno. Quizás la señora que me sonrió apenas le alcancé la limosna, quizás el viejito ese gruñón que me dijo no le entiendo nada y se fue cuando le pregunté si podía coger un cancionero o aquel sacerdote que hablaba muy quebeco y que respiraba forzadamente y sudaba con una sotana cerrada hasta el cuello. Al igual que el viejo Marlon, solo nos toca estar listos, con la maleta en el andén y el oído atento para escuchar la llamada antes de embarcarnos en nuestro último viaje.

martes, 11 de enero de 2011

Montreal Blues

 
Si tu veux réussir un jour,
T'es mieux de t'entraîner
À recevoir des coups,
Parce qu'en haut
C'est comme ça
que ça roule
dans l'nord

Michel Pagliaro


Cuando estaba en el colegio primario teníamos que ir una hora por semana a leer a la biblioteca. Era una especie de taller que formaba parte del curso de lengua y literatura. Cada alumno elegía un libro que deseaba leer y al final de cada bimestre se presentaba un ensayo con su respectiva exposición. En ese tiempo mi mamá tenía por costumbre hacernos leer en casa, a mis hermanas y a mí, todos los martes un par de horas. Recuerdo que casi siempre eran libros infantiles, que por cierto nunca me llegaron a gustar. Yo prefería las tiras cómicas del diario y las historietas que compraba con mis propinas. En el taller elegía libros que ya había leído y así me evitaba una hora de aburrida lectura. Lo que hacía durante esa hora era sentarme con el libro abierto en las manos y colocaba delante de él una revista de historietas y me ahorraba la tortura del dichoso taller. Un día olvidé por completo la historieta y al notar mi error y para evitar leer de nuevo aquel bendito libro, creo que en esa ocasión era “Corazón” de Edmundo De Amicis, tomé del estante un libro que me llamó la atención por la fotografía en la portada. Era un tipo con los ojos muy abiertos y un fino bigote que sobresalía a ambos lados de su rostro como alambres en punta. El libro decía simplemente “Dalí”  Nunca antes había visto un cuadro surrealista y no sabía quien era ese tipo con cara de loco, pero había algo en esos cuadros que me dejaron hipnotizado. Recuerdo un cuadro en particular: Un niño desnudo con un caracol en la mano levantado el mar como si fuese una sabana y mirando debajo de él a un perro durmiendo. Por mi estado catatónico la profesora se dio cuenta de lo que estaba haciendo, me quitaron el libro de Dalí y durantes los siguientes talleres fui vigilado constantemente para evitar engañarlos de nuevo. Aquel cuadro por más insignificante que pareciera habría de sembrar en mí una inquietud que aún hasta hoy me persigue.  

                      Sea Shade Dog (1950) Oil on canvas, 80 x 99 cm.  Comte Francois de Vallombreuse Collection, Paris.

Muchos años después cuando ya había terminado la carrera en la universidad y entre mis planes se conjuraba la idea de irme a Paris a volverme bohemio y escritor, en ese orden precisamente, y vivir en carne propia aquel maravilloso libro de Ernest Hemingway “Paris Era una fiesta” (A Moveable Feast, 1964) me encontraba sentado en el lobby de la embajada de Francia esperando hablar con un consejero en inmigración mientras ojeaba uno de los catálogos de las universidades parisinas cuando el muchacho sentado a mi lado me pregunta: ¿ya sabes a que universidad postulas? –  No tengo la mas mínima idea, respondí - Solo quiero conocer Paris y pasearme por Europa. Fue entonces que el muchacho desplegó todos sus años de averiguaciones, consultas e intentos para poder conseguir una visa de estudiante y becas en cualquier país europeo. Cada proceso, el tiempo que te toma, las exigencias económicas, legales y de lenguaje. Francia, España, Italia, Holanda, Bélgica, solo escucharlo me dejaba totalmente exhausto al punto de abandonar cualquier idea de salir. Si sabes francés y no te importa el frío, una buena opción es Canadá, dijo, en aquel momento se me vino el recuerdo del colegio, aquellas clases de religión con las monjas ursulinas canadienses y sus interminables charlas sobre María de la Encarnación y su vida en Québec. Minutos mas tarde, aquel consejero de inmigración me explicó en buenas maneras que Paris dejó de ser una fiesta hace mucho tiempo, que el Perú ya tiene a Vargas Llosa, Ribeyro,  Bryce entre otros y que ya cumplió con su cuota de escritores peruanos hechos en Paris. De regreso a casa caminando por la avenida Arequipa aquella idea de Canadá y más bien dicho Québec iba dando vueltas en mi cabeza. Antes de llegar al  óvalo de Miraflores vi la calle Libertadores donde se encontraba la embajada de Canadá, era temprano aún y decidí echar una ojeada a los requisitos de inmigración.

Años después llegué a la ciudad de Québec, eran los primeros días de junio. Recuerdo que aquel verano fue muy húmedo. Cada vez que investigué sobre Québec siempre hacían hincapié del crudo invierno pero nadie jamás me advirtió sobre el verano que, en algunos casos, puede llegar a ser tan sofocante con temperaturas de sensación de calor de casi cuarenta grados centígrados. Durante los diez meses que viví en aquella ciudad me inscribí en cursos de francés en la universidad, traté de adaptarme a una nueva forma de vida, hice amigos y trabajé en una tienda a medio tiempo. En Lima había terminado los cursos de la Alianza Francesa pero al llegar allá me di cuenta que era necesario afinar el oído al acento québécois y, sobre todo, entender las palabras y jergas locales para poder adaptarse mas fácilmente. Compartía un apartamento con un colombiano a quien conocía solo por referencia de una amiga peruana y quien se convertiría tiempo después en el primero de los tantos amigos que hice por esas frías tierras. Llegar a la universidad me tomaba unos cuarenta y cinco minutos en bus (no hay servicio de metro en Québec). Mi primer invierno lo pasé ahí. La nieve llegó en octubre y no se fue hasta finales de abril. Cuando escuchaba decir que la temperatura podía llegar a menos cuarenta recuerdo haberle preguntado a este amigo colombiano que se sentía, sabia que llevaba viviendo allí ya algunos años y jamás olvidare aquella respuesta que me dió: Mire hermano –dijo- eso no se puede explicar, tiene que vivirlo para saber lo que realmente se siente. Los menos cuarenta me agarró de regreso de la universidad al apartamento, durante el recorrido de diez minutos del paradero del bus. El viento muy fuerte ya desde la tarde hacia prever que una tormenta se avecinaba. Mientras caminaba sentía el viento helado sobre el rostro y no podía ver bien. Empecé a lagrimear y me quedé totalmente sorprendido cuando sentí que las lagrimas se hacían hielo en mis mejillas. Ya en el apartamento después de recuperar el aire y entrar en calor, mientras me sacaba las botas, la gorra, la bufanda y el abrigo de invierno pensaba: Esto es inhumano, este es otro planeta, que diablos hago acá. Aquella noche recibí una llamada de mi papá en Lima. Estamos pasando la semana en la playa porque finalmente a tu mamá le dieron las vacaciones, ¿ya sabes si vienes finalmente por navidad, hijo?. No creo Viejo, se me complican las cosas con las clases y la chamba, saludos por casa a todos y no se preocupen la estoy pasando bacán, esto es toda una experiencia. Colgué y me metí a bañar. Esa noche soñé con sol, arena, mar, una cerveza helada y un ceviche de cojinova. 

La ciudad de Québec me ayudó a entender un poco la mentalidad del québécois. El porque de su nacionalismo, la idea de la soberanidad, las razones del Partido Québécois que siempre lucha por un referéndum para conseguir su ansiada independencia, la defensa de la lengua francesa y la ley 101, su defensa al derecho de tener una vida digna, el porque se juega mucho a la lotería, porque se bebe y fuma demasiado, el porque todas sus lisuras tengan connotaciones religiosas y el porque sus impuestos son los mas altos de todo Norteamérica, entre otras cosas. En conclusión, le debo a esa ciudad una clase avanzada de inmersión en la cultura Québécois. Aunque minutos antes de mudarme a  Montreal mientras subía al auto me dijeron: Sabes una cosa, Québec no es Montreal. Montreal es otro mundo. Las casi tres horas de recorrido que tuve que manejar me las pase pensando en aquello que acaba de escuchar.

Mi destino final siempre fue la ciudad de Montreal. Eso lo tenía claro desde un principio, pero advertido que era necesario ser bilingüe para conseguir un trabajo, me permití esos diez meses en Québec para mejorar el francés, en ingles me defendía bien. Montreal, la ciudad donde viví por más de cinco años, dicen que es la ciudad más europea de América, aunque lo más atrayente de esta ciudad es esa mezcla perfecta entre lo europeo y lo norteamericano. La arquitectura es increíble. En una misma calle puedes ver un edificio moderno seguido de una construcción bastante antigua. El hecho de ser una ciudad totalmente bilingüe la hace aun más atrayente. La multiculturalidad le da un pincelazo que lo convierte en algo sumamente interesante. Basta darse una vuelta por los diferentes barrios de Montreal para corroborar esto.

Llegué a Montreal en julio. Conseguí un pequeño apartamento en el centro de la ciudad cerca de la Universidad McGill. El lugar es conocido como el Ghetto (suena algo peyorativo pero aún lo llaman así) debido que antiguamente muchos exiliados judíos vivieron aquí, por cierto Montreal es la tercera ciudad en el mundo donde viven sobrevivientes del holocausto. Conocer una ciudad en verano es lo mejor que uno puede hacer, sobre todo cuando esta atardeciendo, el calor no es sofocante y la brisa refresca al caminar. Yo no tenía aire acondicionado en el apartamento por lo que prefería salir a recorrer la ciudad a quedarme sancochándome en el apartamento. Recuerdo que aquel primer mes estaba enfocado en encontrar trabajo durante el día y por la tarde-noche descubría esta ciudad. Encontrar bares con diferentes tipo de música en vivo, cafés, restaurantes, pequeñas boutiques donde comprar cosas curiosas, tiendas de moda, cines, teatros, calles, construcciones que me atraían por su simple belleza, en general, descubrir toda esta interesante ciudad era toda una experiencia.

Encontrar trabajo en Montreal es algo bastante complicado. No solo por el hecho que el mercado no es tan grande como lo puede ser en Toronto y además que esta bastante saturado, si no porque para un inmigrante hay muchos factores en contra. Lo primero es que dependiendo del trabajo que uno debe realizar se debe ser bilingüe. Hecho que afecta aún más si se esta compitiendo con gente nativa que maneja casi a la perfección ambos idiomas. Segundo que la experiencia que uno trae de sus países ayuda poco o casi nada. Eso que se escucha mucho sobre la experiencia canadiense es muy importante pero para poder obtenerla, digamos en una empresa importante o en algo relacionado a lo que uno quiere desarrollar, es algo difícil pero no imposible de lograr. Estudiar aquí, en comparación a otras provincias de Canadá, es bastante económico. Los precios son asequibles e incluso existe el pret-bourse, que es una suerte de préstamo y beca que ofrece la provincia de Québec a sus residentes. Lo importante si uno decide estudiar es tener bien en claro que carrera o estudios técnicos seguir, analizar las carreras en demanda para poder así aprovechar los puestos disponibles una vez terminado los estudios, lo menos que uno quiere es terminar de estudiar y no conseguir trabajo y encima endeudado. Conozco mucha gente que incluso después de estudiar no consiguieron trabajo en su campo de profesión y terminaron trabajando en cosas totalmente diferentes.

Trabajé en dos distintas compañías por casi cinco años, antes de mudarme a Florida, por amor y claro esta en busca del sol. Lo curioso de ambos trabajos era que cada oficina parecía ser un salón de conferencia de las naciones unidas. No miento cuando digo que en el tiempo que trabajé lo hice con gente ya sea nacida o de padres de diferentes partes del mundo. Para ser preciso en el último trabajo que estuve, hubo un concurso a nivel mundial (era una naviera alemana que esta basada en Hamburgo pero que tiene oficinas en todo el mundo) y estaban tratando de buscar la oficina mas multicultural. La oficina de Montreal ganó por tener entre sus trabajadores personas de 41 países diferentes, seguida por la oficina de Piscataway en Estados Unidos y de Sydney en Australia.

Lo mas difícil de vivir fuera, es que al comienzo se desarrolla un sentimiento de no pertenencia y es ahí donde uno empieza a extrañar todo. Aquel proceso de adaptación es bastante complicado. El tener que sacrificar muchas cosas, más aún si se esta solo. Comerse días de tristeza, mientras extrañas familia y amigos, días enfermos donde no hay nadie a quien pedirle que nos haga una sopita de pollo o nos alcance los remedios a la cama, días donde sientes que no puedes mas, ahorcado por problemas de dinero, sentimentales, incluso aturdido por problemas de identidad, racismo, discriminación, en fin, pero eventualmente uno va a acostumbrándose a esta nueva vida, luego de un tiempo las cosas poco a poco van tomando un matiz diferente.  No creo que exista tal cosa como una vocación de inmigrante como escuche decir alguna vez; sea cual fuere la razón por la que uno decide inmigrar: falta de empleo, de oportunidades, necesidad de mantener una familia, causas políticas, mejorar la calidad de vida o simplemente el deseo de tener la experiencia de vivir en otro país, una persona simplemente permanece viviendo fuera de su país porque esta nueva vida le parece mejor, a lo que sus estándares y gustos propios se refiere claro esta. 

No puedo negar que Canadá y las ciudades donde viví allí me gustaron, unas menos que otras pero en general me gustó la experiencia, el frío invernal, el hacer amigos del todo el mundo y vivir hablando en inglés con subtítulos en francés y pensando todo el tiempo en español. Cuando amigos me preguntan que me animo a salir de mi país, yo siempre digo: quería ver que había mas allá del muro, descubrir nuevas cosas y aunque suene muy surrealista seguir encontrando perros durmiendo bajo el mar.